El día del pavo, día de acción de gracias: ¿qué festejamos este día?
- alexahnder
- 26 nov
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En Estados Unidos, el último jueves de noviembre trae consigo un aroma peculiar: el olor del pavo al horno, los pasteles y postres de calabaza, el bullicio de las cocinas y el sonido de maletas que se arrastran por aeropuertos y estaciones de tren. Es el Día de Acción de Gracias, o como algunos lo conocen, el día del pavo, una fecha que mueve al país entero y que, año tras año, adquiere nuevos significados entre las familias inmigrantes que ahora llaman hogar a los Berkshires.

Pero para entender por qué se celebra este día (y qué carga histórica arrastra) hay que viajar hasta 1621, justo aquí en Massachusetts, cuando un grupo de colonos ingleses recién llegados en la embarcación Mayflower enfrentaba su primer invierno en el llamado “Nuevo Mundo” tras 66 largos días en altamar. Aquel primer invierno, brutal e implacable, acabó gracias al escorbuto y otras enfermedades con casi la mitad de los 102 pasajeros que zarparon desde Inglaterra.
Separatistas religiosos que buscaban practicar su fe libremente, así como personas en busca de mejores oportunidades de vida, fueron rescatados por la tribu de los Wampanoag, pueblo originario de la región. Esa tribu fue la que permitió que los sobrevivientes aprendieran a cultivar maíz, pescar, conservar alimentos y reconocer los peligros de un territorio que no entendían.
Les permitió dar gracias por sobrevivir tras tener la primera cosecha de maíz exitosa. Para celebrarla, colonos y Wampanoag compartieron durante tres días comida, espacio y una tregua que, aunque hoy se recuerda como símbolo de cooperación, también es un episodio aislado dentro de una historia mucho más amplia y dolorosa para los pueblos nativos. En esa mesa había aves, calabazas, frutas secas y venados, pero también dos mundos tratando, por un instante, de coexistir.

Con el paso de los siglos, distintos Estados comenzaron a celebrar sus propios días de agradecimiento. George Washington, en 1789, intentó sin éxito unificar la fecha como celebración nacional, porque cada región siguió marcando el día a su manera. Fue en 1863, en medio de la Guerra Civil, cuando Abraham Lincoln proclamó oficialmente el último jueves de noviembre como el Día Nacional de Acción de Gracias, buscando un respiro para un país fracturado. El Congreso en 1941 estableció por ley esta fecha como feriado federal, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, cada noviembre el país se detiene para una celebración que mezcla historia, fe, familia y también contradicciones.

Aun así, con el paso de los años el Día de Acción de Gracias se ha transformado en un punto de encuentro para millones de familias, incluidas las nuestras. Para quienes migraron desde América Latina, esta celebración se resignifica: se mezcla el pavo con el arroz con gandules, el stuffing con las empanadas, la cranberry sauce con la salsa verde o los tamales que no pueden faltar en una mesa llena de acentos e historias distintas.
Thanksgiving, al final, es un puente extraño entre celebración y memoria. Entre lo que se agradece y lo que aún se debe reconocer. Una fecha que invita a pensar en la convivencia, las historias que heredamos y las nuevas tradiciones que, como los colonos ingleses, construimos lejos de nuestros países de origen.
En cada mesa, en cada plato compartido, el Día de Acción de Gracias sigue transformándose. Y ahí, en esa transformación, es donde también encontramos una manera de contar nuestra historia.





